Una creencia es una idea que se fortalece con referencias y comprobaciones. Se convierte en certidumbre cuando se logra verificar personalmente y con otros, repitiendo experiencias que llevan a las mismas acciones y resultados.
Toda queja o lamento oculta una creencia de mayor representación. En términos biológicos, cada creencia está asociada a un preconflicto. Cada evento es interpretado según la percepción de la persona, basado en lo que decide creer, perpetuando hechos pasados.
La repetición de acontecimientos se debe a la programación del individuo, originada en opiniones que involucran el cuerpo cognitivo, emocional y comportamental.
Las creencias pueden ser limitantes o potenciar e impulsar para accionar. Biológicamente, son bioprogramas representados en el cuerpo, por los huesos. Así mismo la estructura de una creencia la dan los valores y puntos de amarre, que en el cuerpo vienen representados por los músculos.
Estos se renuevan cada siete años, lo que da la oportunidad de reprogramarlas o adoptar nuevas para sumar desde el inconscente, una vez que se logran identificar.
La adaptación constante genera nuevas creencias. Aceptar el cambio permite crecer y evolucionar, creando creencias de amplitud y generadoras.

Opinar da origen a la creencia. Generalmente algunas creencias amarran a la persona para no hacerlo mejor.
Adoptar una nueva desde nuestro inconsciente, una vez que logramos identificar cuales son y cuales de ellas nos limitan o potencian.
Podrás revisar las emociones que tienes de la creencia, los valores asociados a ella, descubrir como con el pensar le damos fuerza, el grado de importancia y si se trata de una que limita o potencia.
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